Improvisation Is Not a Strategy

La improvisación no es una estrategia

La improvisación es el nombre que le damos a la creatividad bajo presión.
Es la salida de emergencia.
El paracaídas.
El solo de jazz cuando la partitura vuela del atril.

Y sí—la improvisación es una bendición.
Pero solo cuando todo lo demás ha fallado.
Solo cuando el camino previsto se derrumba y necesitas un puente salvaje y de último minuto para cruzar el abismo.

La improvisación no es un método.
Es un reflejo.
Uno hermoso—pero también peligroso cuando se confunde con un plan.

Porque el mito es seductor: la idea de que las ideas “nos llegan”, de algún lugar, de algún modo, y que algunas personas tienen el raro don de capturarlas a demanda.
Así que esperan.
Y cuando el momento llega, lo llaman improvisación.

Pero seamos claros:
La improvisación no es divina.
No es mágica.
Es lo que ocurre cuando mentes entrenadas se encuentran con momentos impredecibles.

Si construyes todo tu proceso creativo únicamente sobre la improvisación, lo que en realidad estás construyendo es un sistema de creencias en el que la preparación, el crecimiento y la práctica son irrelevantes.
Y esa es una forma peligrosa de tratar tu talento.

En cambio—quienes improvisan solo cuando no hay otra opción,
quienes recurren a ella cuando todo lo demás falla,
quienes la tratan como la última carta—
son los que entienden la creatividad como un oficio.

Como un músculo.
Como algo tejido hilo por hilo, no arrancado de la nada.

Ellos no esperan a las ideas.
Crean las condiciones para que las ideas lleguen.

La improvisación, en su lugar correcto, es brillante.
Salva el momento, sacude el sistema, genera algo fresco cuando lo esperado fracasa.

Pero si te apoyas en ella constantemente—si tu único movimiento es “a ver qué sale”—no estás cultivando la creatividad.
Solo estás apostando con ella.

Blithe Ernst

Minister of Play at the ByBa

Dejar un comentario

Por favor tenga en cuenta que los comentarios deben ser aprobados antes de ser publicados